Advertencia: Este post trata sobre el enfoque personal que tuve del movimiento de los 132, puntualizo,nunca simpaticé con su ideario, ni lo haré nunca. Dicho esto, continúen, por favor.
Como quizá ustedes ya saben, yo estudiaba en la U.N.A.M., específicamente en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, que junto con la Facultad de Filosofía y Letras, se erige como la más chaira de la Universidad. Como quizá ustedes ya saben, yo estudiaba en esa facultad durante el proceso de las presidenciales de 2012. Como quizá ustedes ya saben, en ese tiempo se produjo un movimiento, de corte estudiantil, que propugnaba por un cambio de fondo en la sociedad mexicana, el cuál tomó su nombre de una tendencia en Twitter (lo cual ya nos daba la primera pauta sobre su naturaleza) y se extendió por muchas universidades del país, tanto públicas o privadas, pero que murió al cabo de unas semanas de gestación, como si de un aborto se tratase.
Lo que quizá no saben aún es esto:
Los primeros en abrazar la causa de los 132 (movimiento nacido en la Iberoamericana, universidad privada de prosapia en el centro del país) fueron, cómo no, los chairazos de la U.N.A.M., y lo primero que hicieron fue 'organizar' un meeting de todas las universidades adheridas a la causa (que de ahora en adelante llamaré 'Su Causa'), aprovechando que los grupos all chairo de la Universidad (como el CGH y afines) pueden hacer su santa voluntad en los terrenos de la facultad que deseen (El ejemplo más claro de ello, el Auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras, detentado por un grupo de fósiles que hicieron del auditorio más grande de C.U. un nido de piojos mo-nu-men-tal. A mí siempre me dio, como dice el Káiser, asco y repelús pasar por ahí [y ahora que regrese a clases, pues más, por la cercanía de la Facultad a la que quiero ingresar], y cuando en Marzo los estudiantes auténticos de esa facultad quisieron recuperar ese espacio, una nueva esperanza renacía, pero creo que fracasaron en su legítimo intento), pues convocaron a una junta masiva y lo que sea. Afortunadamente era un día jueves, y no me enteré hasta el sábado, porque eran los días en los que iba yo solamente.
Ahora bien, un sábado, estaba yo tomando clase (Sociedad y Estado en México II, con el Profesor Polillita), era como mediodía o las once, cuando unos sujetos entraron, y después de pedir la venia de Polilla, nos convocaron a una 'reunión multitudinaria' en Derecho, a las dos de la tarde. Se largaron y yo pensé que ellos aparecerían en el Pequeño Larousse Ilustrado si yo me diera a la tarea de buscar el término 'fósil'. Polillita cerró el libro que estaba usando para darnos la lección de ese día (no recuerdo el título, pero era de Enrique Semo) y nos soltó una perorata hasta el fin de su clase, un auténtico fervorín chairo, pero a nivel 'profesor universitario' (Polilla era de los menos malos de todos los profesores que tuve en el tiempo que estuve allí), de modo que a más de uno lo inspiró a unirse a las filas de la izquierda ese día. Nos dijo que él había vivido el '68, que vio lo 'cerca que estuvieron los jóvenes en esa ocasión de lograr un cambio (sí, sin duda iban los jipis a cambiar a Díaz Ordaz, a Díaz Ordaz, repito, háganme el chingado favor)', que era la nueva oportunidad de hacerlo (esta vez en serio), que fuéramos y que participáramos activamente en 'lo que podría ser La Nueva Revolución Mexicana', según Polillita (la verdad no recuerdo el nombre, del profesor).
Unos compañeros y yo decidimos ir a ver qué sucedía (debo decir que todos ellos, y yo, de probada filiación no-a-la-izquierda), y a las dos nos fuimos a Derecho. No estaba tan mal, habría como unas quinientas personas allí reunidas (creo), platicando, fumando mota, haciendo cualquier cosa. Algunos con estandartes de sus escuelas (llegué a ver del mismísimo Colegio de Bachilleres, una bandera), otros con lonches. Después de como una hora (sentí), alguien tomó un megáfono y pidió que todos se reunieran de acuerdo a las facultades y escuelas a las que pertenecieran, por motivos de organización para lo que sería el segundo número del día. Después de como otra hora (volví yo a sentir), se formaron los contingentes, y lo que advertí en este punto, fue la ausencia de escuelas privadas (¿no que según...?).
Como ya el sol estaba pegando muy fuerte, el del megáfono pidió a la masa moverse a la sombra, de modo que todos se metieron a un patio de la Facultad de Derecho, y ahí siguió el próximo número, que era esto, a lo que recuerdo: cada 'Capua' de cada contingente iba a pasar a manifestar el pliego petitorio para las altas jerarquías políticas de la nación, para que, cuando todos hubieran pasado a la palestra, se formara un frente común de peticiones (caprichos) por parte de todas la universidades públicas participantes en la junta (los zurdillos de todas las universidades que le cayeron ese sábado a C.U.).
Recuerdo que el primer contingente en pasar fue el del C.U.E.C. de la U.N.A.M. (el tercer spot chairo, a mi idea, de la Universidad, y después de como otra hora para decidir quién comenzaría la verborrea), y lo que salió de la boca de la mujer que habló en nombre de los que estudian Cinematografía hizo que nosotros huyéramos de Derecho, y nos fuéramos a un bar a reírnos de los que acabábamos de ver.
In a nutshell, lo que el C.U.E.C. quería era que no existieran medios de comunicación más que los que ellos mismos produjeran. Fin de la historia.
'Que el tripolio (¿?) Cinemex. Cinemark y Cinépolis sea destruido y se dé difusión a proyectos independientes, autosustentables y nacionales en lugar de mantener a la opresora y asesina industria del cine comercial en México' Algo así dijo. Dos minutos después íbamos sobre Cerro del Agua, en el carro de un amigo, hacia el norte.
Por espacio de los siguientes dos meses, todos los sábados fueron sábados de asambleas (a las que por supuesto ya no fui) y de comedor comunitario, recuerdo que tenía un compañero bastante chairo (usaba [usa] huaraches, ropa como sacada de un basurero, y siempre iba con una guitarrita a todos lados, después supe que esa guitarrita se llama requinto y se usa en la música rupestre mexicana) que más de una vez nos invitó a asistir, y que después hasta me retiró el saludo, cuando le dije que era priísta. El resto del cuento es por todos conocido: el movimiento pasó de moda, la gente se aburrió de no ser pelada, y el comedor comunitario de la FCPyS se extinguió con las asambleas de los sábados. Eso me alegró, pero me dio igual también: lo único que ingería cuando iba a la facultad eran cocacolas de lata y cigarrillos, pero una gran verdad es que eso se veía venir. No quiero ahora criticar a fondo, no es mi intención, pero la gran lección aprendida aquí es que el mundo es de la gente adulta, es todo lo que puedo decir.
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