Mañana acaba el Mundial de Fútbol (creo). Es un gran alivio que esto suceda, sobre todo con la prematura eliminación de Chile y de México del certamen. Realmente al 50% de la población el Mundial sin su selección le tiene sin cuidado. Al principio, sí, todo es risa y alegría, pero en cuanto sacan a tu país se vuelve medio monótono el asunto.
En México tenemos ciertos procesos, que se suceden con una periodicidad regular, y que vienen acompañados por mareas de publicidad bárbaras, estoy hablando, lógicamente de las elecciones, ya sean las presidenciales o las estatales, para elegir gobernador, estas suceden cada seis años, y entonces cada seis años la tele, la radio, la prensa y las calles están hasta la madre de anuncios, promoviendo a tal o cuál candidato. Al margen de la nula utilidad de estas estrategias de mercadeo (hasta cierto punto arcaicas, a mi punto de vista) es algo que ya forma parte del folclor mexicano, incluso hay un museo donde alguna vez expusieron una serie de artículos propagandísticos (el refresco con la cara de Zedillo es algo que hasta yo quisiera tener) a cual más extravagante. A lo que quiero ir con esto es a que con el Mundial pasa algo parecido.
Es cierto, independientemente de qué selecciones vayan quedando, el Mundial de a poco se ha vuelto aburrido, al igual que las fases finales de las grandes competiciones de equipos, a mi punto de vista, pues yo prefiero ver cien juegos moleros a uno excelente (aunque la final del Mundial no es garantía de ello), pero la cosa publicitaria es un ente al cuál no le interesa qué es lo que esté sucediendo en el corazón de sujetos como yo, y la euforia del Mundial es la misma desde que anuncian la nueva sede hasta que Shakira canta en la ceremonia de clausura, de modo que de pe a pa estamos mundializados.
Recuerdo Alemania '06, y la campaña de Coca-Cola sobre el certamen en México...
"En esto estamos juntos / Vamos México en la Copa del Mundo..."
Después de Maxi y su señor gol, se cambió el "Vamos, México..." por "Todos disfrutando...", no importaba nada, la misma gata nomás que revolcada y el mismo comercial salió hasta el último día del Mundial.
Debo ser franco, la única cápsula comercial que de verdad me gustó y que extrañaré de la aburrida odisea brasileña será la de Tenis Charly: fueron los únicos a los que se les ocurrió reunir a las tres mujeres más guapas y más buenas de los medios deportivos nacionales para siempre jamás por los siglos de los siglos (Huppenkothen, Sánchez, Sáinz), vestirlas con diminutos uniformes de fútbol y ponerlas a hablar sobre tenis (nadie va a comprar Charly, en eso estamos de acuerdo). Y alguna que otra que recuerdo, como los geniales comerciales de Nike en los 90's y la campaña "Generation Next", de Pepsi, que permeó a Francia '98.
Después de todo, a pesar de que el Mundial es una algarabía colectiva en la que se entra riendo y se sale llorando (como una macro-proyección de muchas cosas de la vida misma...interesante), ver durante un mes completo la publicidad, omnipresente y omnisciente (porque TODO vive la pasión del Mundial, desde los electrodomésticos hasta la comida rápida, pasando por los neumáticos y por el alimento para perros) aburre un poco. Es un consuelo que en estos tiempos, ya es posible elegir qué ver, y aunque yo, por ejemplo, evito la publicidad del Mundial desde que sacaron a las dos selecciones antes mencionadas, no me escapo. A mi manera, también vivo la pasión mundialista, y este post es prueba de ello.
Ya mañana acaba el Mundial, a Dios gracias...pero, en 2018 llega la pasión rusa, junto con elecciones presidenciales...brace yourselves.
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