jueves, 24 de julio de 2014

YouTube y la nueva audiencia.

En 1984, de Orwell, las casas tenían que tener una televisión 'transmisora-receptora', por obligación, para que el Gran Hermano pudiera ver lo que hacían.

La crítica contemporánea a la televisión, ya sea esta pública o privada, es por la calidad de los contenidos, y, derivado de esto, de su cantidad. En otras palabras, hay 'muchas cosas malas' en T.V. hoy día.

Mi amigo Káiser dijo que 'los internautas de hoy son los televidentes de ayer', cosa más cierta. Los públicos de internet, son exactamente iguales a los de la televisión, pero el salto cualitativo es que ya los internautas ven lo que quieren ver, no lo que hay en la barra nocturna, ya cada quién tiene su barra nocturna personalizada al cien por ciento, por la altísima oferta que existe. La cuestión ahora pasa a un plano más tabular, pues hay de todo y para todo.

Ahora bien, ¿cuál es la llave de la popularidad de ciertos canales de YouTube, que han tumbado en métricas a las propias televisoras?


Realmente, no es gran cosa. Partiendo del hecho de que los internautas son los nuevos televidentes, y si entendemos por 'televidentes' (mexicanos, o latinoamericanos, por supuesto) a aquellas personas que han alienado su tiempo libre (y quizá también el tiempo no-libre) para ver programas de tele, muchas veces esto siendo independiente a la calidad de los contenidos. No quiero, como muchos (muchos) otros han escrito y dicho, adentrarme en el rollo de la tele como elemento casi hipnotizador de las masas, pues yo no lo considero así, simplemente creo que es un entretenimiento como cualquier otro. Retomando, si tenemos en cuenta esos elementos, tenemos que las nuevas audiencias de internet, las audiencias masivas de internet, tienen exactamente las mismas características de las audiencias masivas de la televisión, siendo la principal de ellas el hecho de buscar, casi con ansia, contenidos que les digan lo que ya escucharon, que les muestren lo que ya vieron, que les enseñen lo que ya aprendieron, con el ingrediente aspiracional extra. Valentín Pimstein, el sujeto detrás del esquema casi totémico de las telenovelas mexicanas (el triángulo amoroso, la pobre y el rico, el infaltable personaje ciego, loco, maníaco, poseído por el Diablo...), y que casi trae a Skármeta a Televisa para producir teleseries (eso hubiera sido algo simplemente magistral), dijo, sobre sus producciones: "con que las entienda mi sirvienta está bien" (reitero, no pretendo ponerme, como otros, a despotricar en contra de ciertas empresas de entretenimiento, simplemente porque yo no considero que sean perniciosas siquiera, es una cuestión de consumo, en todo caso, la que intento abordar). Y lo mismo aplica para las nuevas audiencias de YouTube, basta con ver un par de videos de los vloggers más populares, para darse cuenta de que es un contenido que cualquier persona con veinte gramos de cerebro puede asimilar e interpretar como gracioso.

Tengo que detenerme. No puedo continuar si no vuelvo a puntualizar que no es mi intención atacar a las personas que disfrutan de ver los nuevos canales de entretenimiento, ni a éstos, solamente la de establecer un paralelismo entre ellos y sus antecesores, los fanáticos de la televisión de hace diez, quince años inclusive. El hecho de que objetivamente tengan muchos motivos para ser execradas (las nuevas propuestas), no forma parte de la idea general de mi planteamiento. Recalcado esto...

¿Qué certeza puede haber en los motivos de alguien que ataque tan vehementemente a la televisión, a sus programas y a sus personas, si se encuentra en una situación de fanatismo, igual o peor, hacia los nuevos referentes de los medios?

Mientras no exista una diferenciación entre esos dos tipos de público, en sus pretensiones (cosa que me parece imposible, pues una se deriva de la otra), no puede haber una congruencia, y por lo tanto, tampoco puede haber una división de fondo, resultando, por tanto, que los que ven la tele y los que ven vlogs, son la misma mamada, solamente que de rodillas.

P.S.- el enlace que se encuentra en esta entrada dirige a un artículo de la revista Variopinto, donde se entrevista al autor (chairo) de una novela (muy chaira) que le tira a la televisora más importante del país. Debo aclarar que no comulgo ni comulgaré nunca con el ideario del autor ni de la novela, pero la he mencionado para sacar a colación una cuestión referente a la calidad de contenidos.

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