Uno tiene muchas expectativas sobre elprimer empleo.
Pero la mayoría de las veces la realidad es
que el primer empleo apesta.
El primer empleo no es uno en el que
necesariamente entres a la estadística de la Población Económicamente Activa
del país, simplemente con que tengas la obligación de asistir aunque haya cosas
más divertidas que hacer, con eso, ya cuenta como un empleo.
En mi caso, debí trabajar porque en casa no
tenía los medios suficientes para continuar estudiando la preparatoria, por lo
tanto debó tomar un trabajo a medio tiempo los fines de semana para costear los
pasajes de la semana.
¿Cómo lo conseguí? A través de un contacto,
a través de una persona que conocía, que le dijo a otra que conocía que me
ayudara, de modo que la primera lección que aprendí en ese sentido fue que los
contactos son imprescindibles para obtener respuestas rápidas y buenas. En este
caso el empleo era importante porque sin él no iba yo a la escuela, a pesar de
ser un empleo de medio tiempo. Era importante a su manera. Quizá aquí muchas
personas podrían decir que no, que uno solo puede colocarse en una posición por
su propio trabajo, y es cierto hasta cierto punto, pero, ¿a cuántas personas
conoces que solas, sin ayuda de absolutamente nadie, sin un empujón, un apoyo,
una ayuda, hayan levantado? Yo a ninguna, a decir verdad, y mis otros trabajos
fueron muestras de ello.
Regresando al tema, ¿qué era ese primer
empleo mío? Trabajaba en una tienda de abarrotes, de 16 a 20 los viernes y
sábados, domingos de 9 a 13, a quince pesos la hora, sacando un total de 180
pesos por los tres días, lo justito para trasladarme a la escuela (en 2009). La
mayor parte de esas cuatro horas las pasaba rebanando jamón y empaquetándolo
para su venta a granel (si has comprado jamón en una tienda te habrás percatado
de cómo se tardan en despacharlo. En donde trabajaba, ya se tenía rebanado para
despacharlo rápidamente, eso era lo que yo hacía), pero igual hacía otras
cosas, lo propio de una tienda de abarrotes. Aunque no recuerdo cuánto tiempo
duré allí, tengo la certeza de que no fue mucho, o sea, ni seis meses, pero
fueron suficientes para aguantar en la escuela en un momento difícil y para
darme una noción de lo que significa trabajar.
Después de eso estuve como cualquier estudiante
que no trabaja hasta el momento en que salí del bachillerato, casi una semana
después entré a trabajar a una empresa de transporte, como office boy. Era un
trabajo que me gustaba porque hacía pocas cosas, estaba mucho tiempo en la
calle y cuando estaba en la oficina me la pasaba en Facebook, y me pagaban por
ello, ¿cuál era el secreto? Que esa empresa (que no sé si exista aún) es
propiedad de un hermano de mi papá, y de ese modo fue que entré allí, otra vez
el poder de los contactos manifestándose.
Allí estuve como unos cinco meses más o
menos, debido a que en ese tiempo estaba por entrar a la universidad y mi tío
me dio a elegir, o su trabajo o la escuela. Hasta el día de hoy sigo mentándole
la madre y me caga referirme a él como mi tío.
Al mes me salí a buscar trabajo, un trabajo
que estuviera fuera de cualquier contacto (¿qué contactos puede tener un
estudiante de preparatoria que no se ha dedicado a construir, precisamente, una
red sólida de contactos y amistades que puedan ayudarle y que hasta ese momento
se había dedicado a hacerse el estúpido en Facebook todo el día?), de modo que
por primera vez vi una escena que odié desde el primer momento y que aún odio,
que es la de un barrio industrial, con desempleados afuera de las puertas de
las empresas, esperando su turno para solicitar trabajo, probablemente conozcas
a qué me estoy refiriendo.
Recalé en una fábrica, estaba a media hora
de ser un obrero más, cuando se percataron de que tenía una carta de
recomendación de dos semanas antes, avalando que había estado trabajando por
dos años y medio como auxiliar administrativo en una empresa de transporte (a
pesar de que no había estado ni medio año, pero otra vez los contactos, en este
caso, la secretaria del hermano de mi papá, que me hizo el favor de ponerme ese
tiempo de laborar), de modo que me pusieron como responsable de un pequeño
almacén de refacciones. Había tenido suerte, y estaba en una posición mejor a
la de cualquier obrero, sobre todo porque volvía a estar en un escritorio con
una computadora en frente, y lo mejor, que tenía internet.
Las costumbres pueden convertirse en buenos
hábitos o degenerar en vicios, y es difícil tanto crear el buen hábito como
erradicar el vicio, y en mi caso el vicio de perder el tiempo en la internet me
costó que me cambiaran de área en esa fábrica al cabo de cuatro meses, me iban
a degradar a obrero, y antes de que eso pasara, renuncié sin miramientos. Este
era otro trabajo en el que no hacía absolutamente nada, me la pasaba fumando en
el baño o en el Facebook (en ese tiempo fue cuando probé Twitter por primera
vez) y más de una vez me metí en problemas por ello, aunque también allí
descubrí lo mucho que me gustaba interactuar con personas por teléfono, debido
a que ciertas atribuciones de ese trabajo implicaban que hiciera muchas y muy
largas llamadas telefónicas, era lo único que hacía de buen grado.
Después de irme de allí, estuve otra
temporada desempleado, ya para ese momento sabía que no quería volver a estar
en una situación como la anterior, buscando trabajo en los parques
industriales, creo que eso es para mí tocar fondo, de modo que bajo ese
pensamiento estuve pensando en alguna solución, pero afortunadamente un
contacto, esta vez de mi mamá, me ayudó a entrar en una constructora, con un
sueldo bueno (por lo menos para lo que yo había estado percibiendo) y
expectativas de crecimiento.
Lo odié al primer día, pero realmente
necesitaba el dinero, de modo que estuve seis meses trabajando de siete a
siete, con una hora de comida, llevando inventarios. Era un trabajo simple que
me permitía volver a estar divagando en internet por lo menos seis de las once
horas que trabajaba allí. De todos modos no estaba contento y si no hubiese
sido por el hecho de que al cabo de seis meses me transfirieron a una obra en
calidad de almacenista, hubiera tronado de forma muy desagradable. Esa nueva
etapa laboral fue en la que mejor me fue en toda mi vida, pero en la que más
cosas debó soportar con tal de obtener el buen ingreso que estaba recibiendo.
No entraré en detalles de precios, pero en verdad nunca me había ido tan bien
en cuestiones de dinero y en ese tiempo me daba la “gran” vida: Comía como un
auténtico cerdo porque además de la comida que nos daban en la empresa (que no
era para nada mala) yo diario compraba más para comer. Iba por lo menos dos
días entre semana a echar chela y además los sábados que iba a la universidad
(porque me dejaban ir a la universidad) era OBLIGADO de salir a algún bar. El
precio a pagar en esta ocasión fue el de soportar a las personas más estúpidas,
torpes, incompetentes, corruptas e intransigentes que he conocido en mi vida
entera, quizá puede sonar como poca cosa, pero en verdad para mí fue muy
pesado.
Ahora bien, ese fue el último trabajo que
he desempeñado, y tiene dos años que lo dejé. ¿Por qué, si me pagaban bien y
además me dejaban ir a la universidad? Porque no me sentía a gusto, no sentía
que nada de lo que hiciera sirviera para algo, esa sensación a veces puede ser
más nociva de lo que se puede creer, y siempre, sin excepción, que he estado
trabajando para alguien más o para una empresa, ese sentimiento de inutilidad
me ha acompañado.
Fue en ese tiempo, cuando estaba dejando mi
último trabajo, que me sugirieron, ya que estaba percibiendo un salario
bastante aceptable para un sujeto de 20 años que solo ha terminado la
preparatoria, que me hiciera de ciertos activos para poder generar más recursos
(activos que me siguen dando dinero hasta la fecha, pero ya en otro artículo
hablaré de ello). Hasta ese momento yo nunca había pensado en ser
independiente. A pesar de que nunca me había sentido a gusto, que siempre había
sentido que estaba atrapado dentro de las empresas en las que he trabajado sin
posibilidad de superarlo, por mi mente no pasó jamás la idea de juntar dinero e
intentar trabajar de manera independiente. Agradezco a la persona que me
sugirió eso, sin ese consejo yo estaría hoy siendo un Godínez más entregando su
alma en una oficina de nueve a seis o algo así, lidiando con gente estúpida y
pensando que mi vida se está yendo por un hoyo (y eso que sigo siendo soltero
sin hijos).
De toda mi experiencia laboral, puedo sacar
las siguientes conclusiones:
-
Los contactos
sirven muchísimo, y pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte,
casi.
-
Aunque trabajes en
un lugar donde te paguen bien, si no te gusta, estarás pensando en maneras de
evadir las responsabilidades implícitas en ese trabajo (imagínate ahora si no
te gusta).
-
Trabajar para
enriquecer a alguien más simplemente APESTA.
Como
puedes observar, en todos los trabajos que te he mencionado siempre estuve
perdiendo el tiempo, sin hacer nada por las empresas ni nada por mí mismo (ni
siquiera estando casi todo el tiempo en internet, donde pude haber hecho cosas
muy buenas para mi beneficio), buscando excusas y sintiéndome incómodo y
frustrado. Eso no era bueno para mí, y estoy seguro de que estaría mucho peor
si hubiese continuado por el camino de las empresas, en una espiral de
decadencia personal.
Desde
que estuve en mi primer empleo en la tienda de abarrotes hasta el último en la
constructora (entre estos tuve un par de empleos que fueron tan malos e
insignificantes que ni siquiera voy a mencionar aquí) pasaron alrededor de
cuatro años, suficientes para darme cuenta de que el mundo laboral ortodoxo no
es para mí. Hoy día estoy convencido de que lo ideal siempre será algo que
emane de ti mismo y regrese a ti. Que tu propio esfuerzo y dedicación valgan
para ti solamente, que no tengas que depender de nadie más que de tu propia
persona, de tu propio cuerpo y tu propio cerebro, créeme que es mejor, es más
sano y más gratificante también, el poder sustentarte por tus propios medios.
Debo
reconocer que aún estoy aprendiendo muchas cosas en ese sentido, y que aún me
falta muchísimo camino por recorrer, pero ya tengo en mis manos, en mi mente y
sobre todo en mi corazón, que el camino que seguiré es el que yo mismo me voy
trazando todos los días, y prefiero estar muerto a volver a checar tarjeta.
Nos leemos en otra entrada.
Tu amgo Dan Rojas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario